THRESH

El espeluznante espectro ahora conocido como Thresh fue alguna vez un hombre simple y atribulado. En una época ya olvidada, él fue un humilde carcelero de una orden devota a recopilar y proteger el conocimiento arcano. Esta orden estaba establecida en las Islas Bendecidas, las cuales estaban escondidas y protegidas del mundo exterior por unas nieblas pálidas y mágicas. Los maestros de la orden reconocieron los largos años de servicio de Thresh y le encomendaron la custodia de ciertas bóvedas ocultas bajo la ciudad de Helia. Ahí se resguardaba bajo llave una gran colección secreta de artefactos peligrosos. Metódico y poseedor de una gran fuerza de voluntad, Thresh era el adecuado para ese trabajo, pero incluso en ese entonces, su propensión a la crueldad no había pasado desapercibida por sus hermanos. Si bien no se había manifestado de formas homicidas, o al menos ninguna que pudiera comprobarse, muchos evitaban el contacto con él. Era claro que le habían asignado ese cargo para mantenerlo lejos de los demás, lo cual impedía que ganara el reconocimiento que él sentía merecer. Los años solitarios en la oscuridad cobraron su precio y Thresh se tornó aún más amargado y celoso, mientras patrullaba por los grandes corredores con su bastón-linterna y sus pensamientos resentidos como su única compañía. Su oportunidad llegó cuando los ejércitos de un rey loco consiguieron traspasar la niebla y se presentaron sin previo aviso en las costas de las Islas Bendecidas. En secreto, Thresh se deleitó con la matanza que vino a continuación. El rey invasor estaba obsesionado con resucitar a su reina muerta. Thresh lo guio voluntariamente a las míticas Aguas de la Vida. Solo los más altos rangos de la orden estaban autorizados para entrar a la catacumba oculta que albergaba las Aguas. Ahora, con los mejores guerreros del rey a sus espaldas, Thresh se rio mientras los guardias de aquel sagrado lugar fueron despedazados frente a él. Por fin, o al menos eso creía, obtendría aquello que había merecido desde hace tanto tiempo. Solo aquellos que estuvieron ahí pueden contar qué fue lo que realmente sucedió cuando el rey sumergió el cuerpo sin vida de su esposa en las Aguas, pero las consecuencias conmocionaron a toda Runaterra. Una catastrófica onda expansiva de energía oscura emergió de las profundidades, sepultando a Helia y diseminándose rápidamente a través del resto de las Islas Bendecidas. La niebla blanca que alguna vez las protegió se tornó negra y depredadora. Todos los seres vivos en su camino murieron al instante. Sin embargo, sus espíritus no podían marcharse: quedaban atrapados en una espeluznante nueva existencia, en algún sitio entre la vida y la muerte. Thresh se encontró entre los primeros en ser reclamado. Pero mientras los otros gritaban angustiados por su destino, él se regocijaba en ello. Emergió de este cataclismo, de esta Ruina, como una monstruosidad espectral, disfrutando la oportunidad de atormentar a los otros sin miedo a ser reprimido, librado de los límites de la mortalidad. Durante las décadas y siglos siguientes, su apariencia sobrenatural cambió poco a poco hasta igualar la malicia y la crueldad que siempre albergó en su corazón. Para su deleite, Thresh se percató de que, mientras su poder crecía, la mayor parte de los otros espíritus atrapados dentro de la Niebla Negra retenían solo fragmentos de sus antiguas identidades; tal era el caso de incluso los invasores forasteros más fuertes, como Hecarim o Ledros. Impulsado por el rencor, se dispuso a cazar a quienes consideraba como almas menores. Las víctimas favoritas de Thresh siempre han sido aquellas que sufren más con sus atenciones. Sin importar qué tan fuerte sea su determinación, resistencia o fe, él logra quebrarlas con una lentitud encomiable, pues conoce sus miedos y debilidades, y juguetea con ellos hasta el final. Una vez que sus vidas están hechas pedazos, despojadas de sus seres queridos, sin ningún sentido de propósito y con su último destello de esperanza apagado, los ganchos encadenados de Thresh finalmente los arrastran hacia su agarre eterno. A pesar de ello, la muerte no les dará ningún descanso piadoso, puesto que él desgarra las almas de aquellos a quienes mata, encarcelándolas dentro de su linterna maldita, para convertirse en testigos reticentes de sus depredaciones por toda la eternidad. Solo un alma ha podido escapar de sus garras. Senna, una de los odiados ''Centinelas de la Luz'', quien murió en vano tras enfrentar a Thresh en una olvidada bóveda sobrenatural. Su desconsolado esposo, Lucian, persiguió al espíritu cruel durante años, lo cual lo llevó a caer en una obsesión por la cacería y a permitir que el dolor y la furia lo consumieran casi por completo. Para Thresh, era algo exquisito. No obstante, antes de que pudiera por fin reclamar el alma de Lucian, un disparo vengativo quebró la linterna de Thresh y liberó a Senna. Intrigado por la evidente fuerza de su vínculo mortal, decidió permitirles esta pequeña e insignificante victoria, pues sabe muy bien que el juego de la luz y la sombra que juegan está lejos de acabar.